Se estima que la pérdida y el desperdicio de alimentos representan aproximadamente un tercio de los alimentos destinados al consumo humano en los Estados Unidos. Cuando se desechan alimentos, también se desperdician todos los insumos utilizados en la producción, el procesamiento, el transporte, la preparación y el almacenamiento de los alimentos desechados. La pérdida y el desperdicio de alimentos también exacerban la crisis del cambio climático con su importante huella de gases de efecto invernadero (GEI). La producción, el transporte y la manipulación de alimentos generan importantes emisiones de dióxido de carbono (CO2) y, cuando los alimentos terminan en vertederos, generan metano, un gas de efecto invernadero aún más potente.
Cada vez se reconoce más la importancia de la relación entre la pérdida y el desperdicio de alimentos y el cambio climático, así como el vínculo entre el cambio climático y la agricultura y la resiliencia de la cadena de suministro. Cada vez vemos más cómo los fenómenos meteorológicos extremos afectan tanto a la agricultura como a la resiliencia de la cadena de suministro.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) publicó en 2021 un informe sobre los impactos ambientales del desperdicio de alimentos (PDF, 12 MB). La EPA estimó que cada año, la pérdida y el desperdicio de alimentos en Estados Unidos representan 170 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente (millones de MTCO2e) de emisiones de GEI (excluidas las emisiones de los vertederos), lo que equivale a las emisiones anuales de CO2 de 42 centrales eléctricas de carbón. Esta estimación no incluye las importantes emisiones de metano de los residuos de alimentos que se pudren en los vertederos. Los datos de la EPA muestran que los residuos de alimentos son el material que más se deposita en vertederos e incinera en Estados Unidos, y comprenden el 24 y el 22 por ciento de los residuos sólidos municipales que se incineran y se depositan en vertederos, respectivamente. El informe también destaca los beneficios de prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos en términos de tierras agrícolas, agua azul (es decir, agua dulce de aguas superficiales y subterráneas), fertilizantes y energía.
Reducir y prevenir el desperdicio de alimentos puede aumentar la seguridad alimentaria, fomentar la productividad y la eficiencia económica, promover la conservación de recursos y energía y abordar el cambio climático, lo que a su vez también podría disminuir los impactos relacionados con el cambio climático en la cadena de suministro.
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